La verdadera agilidad colaborativa es diferente. Elimina las fases tradicionales en cascada (análisis, diseño, implementación, pruebas, entrega y operación), pero no elimina las actividades realizadas en ellas. En la verdadera agilidad colaborativa, un equipo se encarga de un solo elemento de trabajo. Se discute el diseño, los criterios de aceptación, etc., tanto para el usuario como para los operadores, y luego se pone en práctica lo que se ha decidido en grupos más pequeños, por ejemplo, mediante la programación en parejas. Todo esto puede parecer una enorme pérdida de tiempo de los recursos de la gente para cualquiera que sea nuevo en la agilidad. Sin embargo, es más importante centrarse en el relevo que en los corredores en una carrera de relevos, una analogía utilizada en la fabricación ajustada y el desarrollo de software. Conseguir que el trabajo se «haga» y, por tanto, el valor para sus clientes antes es más importante que mantener a todo el mundo ocupado en todo momento. Esto genera más valor para la empresa a largo plazo. Conseguir que el cliente, o un representante del cliente, se involucre activamente y sea fácilmente accesible para el equipo en todo momento irá aún más lejos para garantizar que se entregue más valor antes, ya que puede evitar que el equipo se meta en agujeros de conejo de características que suenan bien, pero que en realidad no ofrecen ningún valor comercial.

Aunque la agilidad y el cumplimiento de las normas no se excluyen mutuamente, los sistemas altamente regulados, como la sanidad, no se prestan fácilmente al trabajo ágil.